HABLANDO DE INTOLERANCIAS Y ALERGIAS ALIMENTARIAS…

Desde hace un tiempo, estamos acostumbrados a escuchar a familiares, amigos o pacientes aquello de…“me he quitado tal alimento porque me sienta mal”, “últimamente no hago las digestiones bien o las tengo pesadas” o directamente y casi siempre sin diagnóstico del médico “soy alérgico o intolerante a…porque no me sienta bien”.

No cabe duda, que todos estos comentarios son debidos a causas de molestias digestivas y lo más coherente es que vayamos a nuestro médico o a un especialista si persisten, ya que puede que nos estemos restringiendo el consumo de algún/os alimento/s y ser algo pasajero por alguna situación especial que se esté viviendo, sin tener nada que ver con el efecto de ese o esos alimentos en el organismo.

Antes de nada debemos tener claro que una alergia y una intolerancia alimentaria no son lo mismo.

Una intolerancia alimentaria puede ser desde asintomática (no presentar ningún tipo de síntomas), a lo más común como es hinchazón abdominal, sonidos y explosiones intestinales por gases, diarrea alternada con estreñimiento, dolor estomacal o en el cuadrante izquierdo abdominal…

Y una alergia alimentaria tiene unos mínimos síntomas claros como picor de lengua, garganta o boca en general, hasta picor en el resto del cuerpo con o sin alteraciones cutáneas como ronchas o hinchazón, que puede estar seguido por una sintomatología mucho más grave por afectación de otros órganos internos.

En el caso de las intolerancias, si no se tratan como es debido, estas (dependiendo de la que se trate) pueden desarrollarse a trastornos digestivos mayores como el deterioro de las vellosidades intestinales, el síndrome del intestino irritable…(muy frecuente también en la población), de ahí la importancia de que tengamos un diagnóstico científico y no el nuestro propio.

Al mencionar estas patologías nos parecen algo fatal, pero sólo son alteraciones de los hábitos intestinales que no derivan a enfermedades, ni acortan la vida, ya que son trastornos o síndromes los cuales tienen sintomatología similar a las intolerancias y no es raro ya que algunos síndromes derivan de intolerancias y otros conllevan a intolerancias (a la lactosa, por ejemplo) por su alteración enzimática.

Dentro de esta sintomatología, podemos encontrar un “estreñimiento común” de tres días mínimo denominado “constipación”, el cual puede dar lugar a dolor pudiendo volverse más intenso con el aumento de la duración y severidad de la constipación, disipándose con la evacuación aunque puede haber también una sensación de evacuación incompleta.

Como se dijo anteriormente, muchos de los pacientes con SII (Síndrome de Intestino Irritable) creen que son síntomas causados por alimentos, y limitan su dieta de forma innecesaria, siendo a menudo fruto de un periodo de estrés emocional, alteración del sueño…

Es característico por mal absorber el almidón resistente debido a la deficiencia de isomaltasa ocurriendo del mismo modo con la lactasa, originando una intolerancia. Dicho almidón es el que se genera de la digestión y que se encuentra en determinados alimentos en mayor concentración como: granos de cereales enteros como el arroz al enfriarse después de su cocción, al igual que la patata, pasta, legumbres, maíz cocinado y el pan industrial al que en algunos casos se la añade este tipo de almidón. El enfriamiento de estos alimentos tiene mucho que ver, ya que, al cocinarlos en agua a una temperatura elevada las partes de almidón cristalino se funden, el almidón gelatiniza y por tanto es más digerible. Sin embargo, estas sustancias son sustancias inestables y tras enfriamiento forman de nuevo cristales que son resistentes a las amilasas digestivas, y por lo tanto difíciles de absorber para el SII.

Este almidón resistente, por otro lado, es muy beneficioso porque reduce un 10% las calorías ingeridas, da una mayor tolerancia a la glucosa y con ello una mayor saciedad, promueve la salud intestinal y colónica a través de su fermentación y acción como prebiótico, promueven además el crecimiento de bacterias saludables, reduce el pH y aumenta la producción de butirato, ácido graso de cadena corta relacionado con la salud colónica e intestinal.

Pero aún así, para estos casos el objetivo principal de la actuación nutricional es evitar la sintomatología presente y mantener o normalizar la nutrición del paciente evitando los alimentos enfriados nombrados con anterioridad y los que el paciente indique que le ocasionan determinados efectos. Con el tiempo, se desafiará al paciente con la reintroducción gradual de alimentos, para la observación del grado de estímulos peristálticos intestinales que el alimento ocasiona en el paciente.

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